La joven que luchó por entrar en un colegio de varones, la chica a la que éstos no le hablaban, la que confiaba en vencerlos una vez que ellos necesitasen sus cuadernos bien hechos, la que quería trabajar medio tiempo para ayudar a su mamá y a su hermanita con problemas de audición... Esta Juliana está perdida desde el 18 de septiembre.
Juliana. Si alguien sabe de ella, llamar a los teléfonos 72049538, 73033739 y 70676659.
Mabel Franco / La Paz .
Juliana es bajita y delgada. Pero a no confundirse, pues en
esa envoltura de 18 años anida una joven dispuesta a defender sus sueños.
Gracias a su carácter firme logró convertirse en la primera mujer en un colegio
de varones y como tal se apresta (en presente) a salir bachiller este año.
El 15 de julio de 2014, tras las vacaciones de invierno,
Juliana Inés Castro se integró al curso de chicos, en el turno diurno del
colegio Bolívar. “Los compañeros no me hablan, pero ya lo harán apenas
necesiten mis cuadernos”, comentó esta buena estudiante que, si puso de cabeza
a la comunidad machista del tradicional colegio, en cuyo turno vespertino
estudiaba Juliana, fue por una necesidad: quería trabajar para ayudar a su
madre y por las mañanas es difícil encontrar empleo de medio tiempo.
Juliana había presentado su solicitud antes de las
vacaciones invernales y la Dirección del establecimiento la puso a prueba unos
días; pero pronto surgió la oposición y algunos estudiantes se amotinaron para
impedir el traspaso. Argumentaron que la niña iba “a desprestigiar al colegio”
y que “rompería la tradición de ser un colegio exclusivo para varones”.
Sin embargo, la joven no se desanimó. Continuó con los trámites, apoyada por el colectivo feminista Mujeres Creando. “Después de lo que pasó, continué con los trámites para el traspaso no sólo porque necesito trabajar en las tardes y ayudar a mi madre y mi hermana; lo hice porque quería demostrar que una mujer puede entrar a este colegio sin que se afecte el nivel de educación que tiene”, le dijo a La Pública.
Sin embargo, la joven no se desanimó. Continuó con los trámites, apoyada por el colectivo feminista Mujeres Creando. “Después de lo que pasó, continué con los trámites para el traspaso no sólo porque necesito trabajar en las tardes y ayudar a mi madre y mi hermana; lo hice porque quería demostrar que una mujer puede entrar a este colegio sin que se afecte el nivel de educación que tiene”, le dijo a La Pública.
“Las que más me atacaron, y no entiendo por qué, fueron las
mamás; algunos pocos papás me animaron”, comentó Juliana el día en que
participó de la charla virtual sobre bullying y la penalización con reclusión
para casos graves (Ley 548, Código Niño, Niña y Adolescente). Esa charla reunió
a la experta en el tema, Elizabeth Machicao, y al diputado del MAS, Javier
Zavaleta. La presencia de Juliana permitió apreciar su madurez, sus ideas
claras respecto del mundo juvenil tan ignorado por las autoridades a la hora de
dictar leyes, para el caso penalizadoras de los adolescentes.
Contar con la presencia de Juliana no fue fácil. Se hizo
preciso hacer varias llamadas. Ella ya sabía de La Pública, medio que la había
entrevistado sobre su ingreso al colegio Bolívar. Esto la animó; pero tenía que
consultar con su mamá. Finalmente, luego de la promesa de que se la iba a
recoger en el centro paceño y devolverla en el mismo punto, la cita en la zona
Sur fue aceptada.
El día de la charla, Juliana se presentó, como estaba
convenido, acompañada por la periodista Milen Saavedra, por entonces del equipo
de La Pública, y por su mamá Jessica Calle. Finalizada la transmisión, había
que cumplir con el compromiso de acercar a madre e hija al centro paceño. Como
alguien de La Pública estaba con carro propio, la charla durante el viaje
permitió conocer más de esta familia.
Jessica contó que cría sola a dos hijas; que Juliana es la
mayor y que la menor, una niña que cursa el nivel primario, tiene un problema
de audición que no merece la atención suficiente en el sistema escolar. Dijo
que era la preocupación de Juliana y parte de las razones por las que quería
trabajar y ayudar en los gastos de la casa.
La madre abundó en las cualidades de la joven hija, en las
charlas que sostienen ambas sobre los peligros de la vida, pero también sobre
la importancia de trabajar duro para lograr alcanzar lo soñado. Juliana admitió
con humildad la admiración que su lucha por entrar al colegio Bolívar despertó
en su hermanita, quien habría comentado que quiere ser como Juliana.
Hija y progenitora destacaron el apoyo que el colectivo Mujeres
Creando les había brindado. La identidad de Juliana fue protegida en principio
y fue en la radio Deseo, de Mujeres Creando, que ella adoptó el seudónimo de
Juliet. Al cumplir 18 años, la estudiante asumió públicamente su identidad.
Desde el 18 de septiembre
Lo siguiente que se sabe de Juliana es que ha desaparecido. Como
tantas mujeres y hombres que a diario se reportan como perdidos, extraviados,
secuestrados… y de los que muchos no vuelven a aparecer, nadie sabe dónde puede
estar Juliana, qué le ha pasado el reciente jueves 18 de septiembre, cuando la
joven acudió al centro de salud de la zona Nuevo Potosí, en El Alto, para
buscar alivio a una amigdalitis. Allí es donde se pierde toda pista. Jessica,
la mamá, ha acudido a la policía y a Mujeres Creando. Desesperada, impotente.
El celular que portaba la hija está apagado…
Difícil, entre tantos casos de desaparecidos que se
denuncian en postes y muros de la calle, muros de medios de comunicación, en
redes sociales, medir el impacto del caso Juliana. Quien no la conoce podría
pensar que tal vez huyó del hogar. Como se piensa todavía de Zarlett Clavijo
Martínez, la joven que desapareció a mediados de 2012 y cuyo rastro la madre sigue
persiguiendo. Una madre que, según ha relatado, se ha dado de frente con el
escepticismo de las autoridades, con respuestas que hacen ver el caso como producto
de problemas familiares. En los días posteriores a la desaparición de Zarlett,
el diario Los Tiempos de Cochabamba escribió: “Durante una visita sorpresa de
la madre de Zarlett al puesto fronterizo del Desaguadero, se pudo filmar a los
policías durmiendo la borrachera pese a que se sabe que este cruce es
particularmente peligroso y que se había alertado ampliamente acerca del caso
de la joven desaparecida. La falta quedó sólo en un fugaz escándalo, pero es un
ejemplo muy claro de la debilidad estatal ante la trata y el tráfico de
personas en el país”.
En la misma nota de Los Tiempos se escribió que “la
incapacidad para sancionar este delito (trata y tráfico) ha impedido salvaguardar
a las víctimas y que los miembros de estas redes sean procesados y condenados”,
a decir del mayor Walter Sossa, jefe de la división de Trata y Tráfico de la
Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen (FELCC).
Después del caso de Zarlett, la enorme cantidad de personas
desaparecidas, sobre todo mujeres de entre 14 y 25 años, ha puesto en aprietos
a la FELCC. Ocurre que si en 2005 hubo 35 denuncias, en 2012 fueron 456 y en
2013, 277 (Revista Lo que se calló, mayo-julio de 2014, La Paz). Desde esa
dependencia policial se ha aclarado que una cosa es la denuncia y otra el
desenlace, y que, en general, el 80% de los casos se resuelve y la persona
aparece.
El problema es que las cifras de desaparecidos no están
debidamente sistematizadas y que el comercio sexual, con menores de edad por
las que hay clientes dispuestos a pagar hasta 400 dólares, menudea y se
multiplica ante las narices de las autoridades (Revista Lo que se calló,
mayo-julio de 2014, La Paz).
Números aparte, hay que ponerse en el lugar de las familias
afectadas para entender la gravedad de la situación. Lo puede decir Víctor
Quispe, un padre que inició un peregrinaje por el país y que junto a su esposa
recorrió de rodillas la plaza Murillo de La Paz para pedir al Poder allí
concentrado que le ayude a encontrar a Alejandra, la hija de 12 años que el 19
de mayo de 2014 se esfumó a la salida del colegio, en la ciudad de Sucre.
Patricia Bustamante, directora del Centro de Capacitación y Servicios
para la Mujer, señala que de cada 10 víctimas de trata, “con suerte se recupera
una y del resto no vamos a saber nada nunca más” (Revista Lo que se calló,
mayo-julio de 2014, La Paz).
Y mientras se hace evidente que “los plazos que median entre
la denuncia y las acciones policiales para recuperar a una adolescente
desaparecida siguen siendo largos y los resultados pobres” (Revista Lo que se
calló, mayo-julio de 2014, La Paz), el Gobierno (a través de Henry Baldelomar,
viceministro de Seguridad Ciudadana) alerta de 500 organizaciones de trata y
tráfico que son investigadas por la Policía. Hay que repetirlo: 500
organizaciones.
Ver también:
www.lapublica.org.bo/.../122-el-colegio-tarde-o-temprano-aunque-no-sea-yo.
Y ver el video de la charla virtual sobre bullying en www.lapublica.org.bo
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