Cientos de ciudadanos vivieron la experiencia del paseo en las cabinas del teleférico de la Línea Amarilla, que inicio actividades esta mañana. El recorrido no dura más de 17 minutos, desde la Curva de Olguín casi al sur de La Paz hasta Ciudad Satélite, en El Alto. Se trata de una experiencia que hace gala del paisaje paceño en incluye vertiginosos descensos.
Iblin Linarez / La
Paz
“¡Ayayay qué bajadita!”, la frase de doña Leticia Andrade quizá
resumió lo que cientos de usuarios de la línea amarilla del teleférico
sintieron esta mañana al descender por primera vez en las cabinas de la
estación de ciudad Satélite, en El Alto. Los primeros minutos de este descenso ponen
los nervios de punta y hasta da la impresión de que uno está sobre una montaña
rusa, eso sí, sin el riesgo de caer al vacío.
El día del debut de este servicio se asemejó al día de
inauguración de un parque de diversiones. Cerca de las 10.30 gente subiendo y
bajando de las cabinas y niños que recibían globos que se obsequiaban en cada
estación le ponían color al paisaje. Pese a que la línea amarilla fue recibida
con alegría por cientos de paceños, la confusión de muchos se hizo evidente por la falta de señalética
que indicara dónde comprar los tickets, dónde hacer fila o cómo subir a las
cabinas para que éstas no terminan tambaleando.
En la bajada de ciudad Satélite hacia la estación de la
avenida Buenos Aires, los gritos de una
usuaria trascendieron las ventanas de la cabina. Tal susto fue el que se llevó
que para tranquilizarse optó por agarrarse con todas sus fuerzas de uno de los
agarradores laterales. El descenso desde ese punto es vertiginoso y no apto
para cardiacos. “Esto es emocionante, cuando yo era joven no pensé que
llegaríamos a tener esto”, comentó Alicia Arce que acompañó a su hija en el
viaje con el objetivo de ver si desde lo alto podían divisar la casa de su
comadre Tana, ubicada en Sopocachi.
El recorrido desde la estación ubicada en el barrio de Sopocachi |
El teleférico apuesta a ser un servicio inclusivo. Sin embargo,
aún no tiene suficientes rampas para quienes hacen uso de la silla de ruedas,
por lo que los trabajos en las estaciones de ésta línea continuarán. “En la
estación de Sopocachi hay rampas de madera y muy paradas lo que no es seguro y
necesitamos ayuda para salir. En cambio la línea roja está súper, ahí las
rampas están bien”, contó Reynaldo Miranda, quien salió con mucha dificultad en
su silla de ruedas de la estación de ciudad Satélite, antes de irse pidió a la
gerencia que tome en cuenta sus sugerencias.
Las estaciones intermedias de la avenida Buenos Aires y
Sopocachi por la mañana no registraron gran cantidad de usuarios. Las personas
se concentraron en ciudad Satélite y en la curva de Holguín. En esta parada,
cerca del mediodía, la gente hacía una larga fila para comprar boletos. Para
alivianar la espera, las comideras que se acomodaron fuera de la estación
ofertaban platillos en base a pescado, al igual que ellsa, una decena de
heladeros paseaban por el lugar ofertando sus productos.
Ya dentro de la estación, dos fotógrafos hicieron de las
suyas. Cargados de sus impresoras
portátiles, comenzaron a fotografiar, por 10 bolivianos, a las personas que
querían registrar su paseo en el primer día de esta línea. “Estamos bajando
desde El Alto y ha sido lindo volar”, contó Francisca Apaza mientras hacía fila
para comprar su ticket de retorno. “Estamos esperando mucho en la fila, el
viaje ha sido más rápido”, acotó.
Las filas en la estación de la curva de Holguín casi llegaron hasta Obrajes |
Lo cierto es que el viaje no dura más de los 17 minutos anunciados
el fin de semana por el gerente de la empresa Mi Teleférico, César Dockweiler.
Lo aconsejable es tener la tarjeta que cuesta bolivianos 30 para entrar directo
a las cabinas y evitar las filas en la boletería.
La línea amarilla del teleférico es la más larga de las tres
-Roja, Amarrilla y Verde, esta última aún en construcción- que el Gobierno de
Evo Morales se comprometió a implementar en La Paz. Si Roja causa cierto
cosquilleo en la barriga por las alturas, la amarilla provocará un revoloteo
total de emociones, pero el paisaje y la experiencia bien lo valen.
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