En el marco del Festi Jazz la Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra rinde homenaje a una de las grandes genias del jazz Mary Lou Williams los días 11, 12 y 13 de septiembre en la Casa de La Cultura, bajo la dirección de Boris Vásquez, destacado músico boliviano. En el piano estará el pianista cubano Elia Villafranca, uno de los grandes exponentes de la nueva vanguardia de compositores y directores de orquesta, ganador reciente de dos premios Grammy.
Patricia Flores Palacios, comunicadora y feminista queer
Mary Lou Williams fue una
extraordinaria jazzista afroamericana nacida en 1910, niña prodigio, eximia
pianista, compositora y arreglista, mentora y profesora de músicos de jazz de
la talla de Thelonious Monk, Charlie Parker, Miles Davis, Tadd Dameron y Dizzy
Gillespie, entre otras históricas figuras. A lo largo de casi 60 años de
carrera, Williams dejó un legado de centenares de composiciones que evidencian
su talento vanguardista y que enriquecieron las vertientes musicales del jazz,
bebop, swing o blues y anticiparon las sonoridades del rock & roll y el
free jazz.
A sus tempranos seis años sus padres
concentraron su formación en la música clásica y luego ella adoptaría las
vertientes del jazz, con tan sólo 15 años debutaría junto a Duke Ellington
deslumbrando con su talento a la comunidad jazzera de la época. Un año después
contraería matrimonio con otro músico destacado, el saxofonista John Williams,
de quien tomaría el apellido.
A los 19 años, Mary Lou junto a su
esposo ingresan a la banda de otro eximio músico de jazz: Andy Kirk, y con esta
conformación la pianista despegaría su virtuosismo hasta consolidarse como extraordinaria arreglista y alma máter
de la orquesta, dotando a la música y a sus propias composiciones con arreglos
de concepción modernista, anticipándose a las corrientes que surgirían décadas
después.
La historia destaca que durante los 12
años que estuvo junto a Andy Kirk, Mary Lou Williams fue el mayor talento
instrumentista femenino del jazz, y su estilo contribuyó a tender puentes entre
géneros musicales como el swing y el jazz moderno, dando paso también al
advenimiento del bebop.
Simultáneamente, Mary Lou compuso
obras para músicos que ya brillaban en la escena jazzística, como Jimie
Lunceford, Louis Armstrong, Earl Hines, Tommy Dorsey y Benny Goodman. Más
adelante, en 1942, fundó su propio grupo junto con su segundo marido, el
trompetista Harold Baker.
Posteriormente, integraría nuevamente la
orquesta de Duke Ellington, para quien también escribió arreglos, entre
ellos la famosa adaptación de Blues Skies: Trumpet no End, un clásico del
género.
En 1944, Williams afianzó al bebop con
una serie de grabaciones en trío con Bill Coleman y Al Hall. Un año después
resplandecería espectacularmente con la suite titulada Zodiac, obra conformada
por doce movimientos, inspirada en los signos zodiacales y en sus amigos e
influencias musicales entrañables. La obra inicialmente fue grabada para trío y
posteriormente adaptada para orquesta sinfónica.
En 1946, gracias a su éxito como
solista formó un grupo exclusivamente de mujeres instrumentistas para desplegar
su genio creativo en diversos escenarios de Norteamérica y Europa deslumbrando
a sus audiencias, sin dejar empero de componer y escribir arreglos para músicos
de su país.
Con la llegada de los años 50 concentró su vida a la religión y se dedicó a causas benéficas. Pese a la trayectoria descrita, su legado, con una velocidad pasmosa, se invisibilizó en los anales de la historia. Las referencias a sus avances estéticos en el jazz, su trabajo como arreglista o sus propuestas de evolución e innovación quedaron oscurecidas. Algunos especialistas aseguran que esto se debe a su protagonismo en las estructuras musicales y no detrás de un micrófono, como divas del jazz: Bessie Smith, Billy Holliday, Sarah Vaughan o Ella Fitzgerald.
Altruismo
Sin embargo, al relativo olvido, los
músicos de jazz transitarían por las sendas abiertas por el genio creativo y
vanguardista de Mary Lou Williams, aunque sin reconocer su maternidad. Para
entonces, Williams abrió una fundación
para ayudar a los músicos necesitados, afrodescendientes en su mayoría, pobres
y niños desamparados.
En 1963, Dizzy Gillespie, con la ayuda
de otros grandes del jazz, la convenció para que retorne a la música. Ese año
compuso Black Christ of the Andes (El Cristo Negro de los Andes), obra
inspirada en la vida de San Martín de Porres. En esta propuesta musical, la
compositora imprime sus convicciones religiosas teniendo como telón de fondo al
gospel ensamblado a conmovedoras propuestas de jazz y blues. Esta composición
hoy está disponible en la red.
Posteriormente, en la misma línea,
continuó escribiendo y orquestando otras obras. También hizo su History of Jazz
para piano solo. En 1968 vio la luz su segunda misa: Mess for the Lenten Season
que fue representada durante una larga temporada en New York. Ese éxito de la
obra fue interpretada también en Roma, en una de las basílicas mayores de esa
capital. El Vaticano le encargaría expresamente una tercera misa conocida como Mary Lou's Mess, estrenada en
1970 en la Universidad de Columbia, Nueva York, y representada más tarde por un
coro de niños en la catedral de Saint Patrick.
En los últimos años de su vida, Mary
Lou se dedicó a la docencia musical en
Carolina del Norte. También reanudó su actividad discográfica y tuvo una
exitosa presentación en el Festival de Montreux en 1978.
Tres años después, con algo más de 70
años, murió por un cáncer. A inicios del siglo XXI, su legado fue recuperado
por el Instituto de Estudios de Jazz y la Fundación Mary Lou Williams, creada
para la educación del jazz. A esta Fundación, la compositora donó más de 200
cajas de documentos personales, manuscritos musicales, grabaciones,
fotografías, álbumes de recortes y otros recuerdos. Este material está a
disposición del público, gracias al trabajo
de los mismos especialistas que organizaron el archivo de Duke
Ellington. Este gran músico decía precisamente que Mary Lou Williams era
perpetuamente contemporánea y que su música conservaba un estándar de calidad atemporal.
Y
en el marco del Festi Jazz se rinde un homenaje a esta extraordinaria genia del
jazz junto al pianista Elio Villafranca, la Orquesta
Sinfónica Juvenil, dirigida por Boris Vásquez en un evento imperdible, porque
recordar el legado de genias como Mary Lou Williams ¡es también un acto de
justicia!
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