Es uno de los tres centros culturales autogestionados de Santa Cruz. Los vecinos quieren el edificio para usarlo como posible guardería, centro de la tercera edad y escuela de fútbol, entre otras propuestas. El colectivo que le dio vida presentará un nuevo proyecto a la organización vecinal para tratar de evitar su expulsión del lugar.
Fabiola Gutiérrez / Santa Cruz
Uno de los grafitis que adornan las paredes del centro. FOTO: Fabiola Gutiérrez |
Se trata de una infraestructura compuesta por dos salas amplias que hace años fue entregada al barrio a través de un programa gubernamental de casas comunales. Tenía que haber sido una biblioteca y centro cultural pero se quedó abandonado. Hace tres años fue recuperado por el colectivo "El perfume de la marioneta" y convertido en el Espacio Kempff, uno de los tres centros autogestionados de Santa Cruz que brindan cultura fuera del centro de la ciudad. Talleres, proyección de películas y el Bibliobús, una casa de cultura rondante, son algunas de las actividades que ha ido desarrollando el colectivo desde que recuperó esta edificación.
Los grafitis “incomprensibles” y “de demonios” pintados en la fachada, la ausencia de los gestores culturales en las reuniones de la junta, la falta de planificación cultural acordada con los vecinos, la actual inactividad del centro y el hecho de que un integrante del colectivo cultural vive en el edificio fueron las razones que esgrimieron los integrantes de la asociación vecinal para argumentar su decisión de hacerse cargo de lo que ellos llaman el Centro Comnitario.
Para los encargados del Espacio Kempff la alerta se prendió cuando fueron invitados a la reunión con tan sólo un día de anticipación y con el anuncio de que se decidiría el futuro del edificio aunque no estuvieran presentes, indicó Paulo Gil, uno de los coordinadores del lugar. La misma celebración de la asamblea estaba fuera de lo ordinario, ya que las anteriores reuniones de la junta vecinal se habían hecho a puerta cerrada, mientras que a las organizadas por los gestores del centro cultural sólo solía asistir el presidente de la vecindad, según Claudio Urey, director del colectivo del Kempff y, al mismo tiempo, secretario de Cultura de la junta vecinal, quien habita en el edificio.
Reunión de vecinos y gestores la noche del 7 de noviembre. FOTO: Fabila Gutiérrez. |
El hecho de que Urey viva en el centro (la gente se manifestó en contra aludiendo que se ha retrasado en el pago de la última factura de agua y que tuvo un altercado verbal con una comerciante del mercado de la zona) y la falta de actividades en los últimos tiempos fueron los argumentos más apoyados para votar porque el colectivo deje el centro.
Urey replicó que los graffitis fueron realizados por artistas paraguayos y que se ha logrado gestionar la participación de más de 30 voluntarios internacionales en las actividades del centro en menos de tres años. Reconoció la reciente inactividad y declaró que se debe a que se han estado gestionando financiamientos y articulaciones institucionales, cuyo fruto es la presencia de estudiantes del Departamento de Psicología Comunitaria (DEPSICOM) de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, que hacen promoción de la salud mental. Navi Ugarte, una de las coordinadoras del Espacio Kempff, expresó que el colectivo ya había resuelto que Urey dejaría de vivir en el centro. Manifestó que cambiar el nombre del centro sería borrar los casi tres años de trabajo sostenido y la posición que ha alcanzado este lugar en el ámbito cultural.
Plazo de 30 días
También se acordó contratar a un guardia o una familia reducida para que viva en el lugar y se encargue del mantenimiento .
El colectivo "El perfume de la marioneta" no se dio por vencido y manifestó su interés en dar continuidad a su trabajo en el barrio. Anunció que presentará proyectos dentro del plazo establecido por la vecindad. Reinventarse o morir.
Centros culturales versus asociaciones vecinales
El caso del Espacio Kempff no es único. En Santa Cruz, el Centro Cultural San Isidro se quedó sin su galpón el año pasado. En Cochabamba, el circo El Tapeque debería haber retirado su carpa hace algunas semanas ante la petición de la Comuna Tunari y de la dirigencia del barrio donde se erigió hace cinco años, pero todavía resiste.
En La Paz hay un teatrín abandonado del que ni vecinos ni autoridades municipales se hacen cargo. El terreno está entre los límites, no muy claros, de dos barrios que lo reclaman para sí.
En La Paz hay un teatrín abandonado del que ni vecinos ni autoridades municipales se hacen cargo. El terreno está entre los límites, no muy claros, de dos barrios que lo reclaman para sí.
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